1632 – 1677 d.C.
Baruch
(Benito) Spinoza nació en Amsterdam en una familia acomodada de judíos españoles refugiados en Holanda para huir de la persecución de la
Inquisición católica. Estudió en la escuela hebrea, pero completó su educación
con un libre pensador de formación católica. Su conocimiento del latín le dio
acceso a los clásicos de la filosofía y a las obras de los autores más modernos
(Descartes, Bacon, Hobbes). Los
roces con la comunidad hebraica de Amsterdam, que veía en aquel joven brillante
y excesivamente original un peligro para la ortodoxia religiosa, fueron
aumentando a medida que perfilaba su original sistema filosófico. El choque
intelectual culminó con la excomunión: Spinoza
fue desterrado de la sinagoga, abandonado por los amigos judíos e incluso por sus parientes (su hermana intentó sustraerle la herencia
paterna). Un fanático intentó apuñalarlo, y sólo la juvenil agilidad del
filósofo evitó lo peor. Desterrado de su comunidad, Spinoza se refugió en una pequeña aldea cercana a Amsterdam y
empezó a ganarse la vida como cortador de vidrios ópticos. No obstante su tenor
de vida más bien humilde, defendió siempre con coherencia sus ideas y rechazó
los numerosos premios y reconocimientos ofrecidos por nobles admiradores de religión cristiana. En 1673 rechazó la oferta de enseñar en la alemana
Universidad de Heidelberg, alegando que cualquier cargo profesional y oficial
habría limitado su libertad de pensamiento. Murió de tuberculosis tres años
después, con sólo cuarenta y cuatro años.
Obras: Tratado breve sobre Dios, el Hombre y la
Felicidad (1661); Tratado de la
Enmienda del Entendimiento (1661); Tratado
Teológico Político (1676); Ética
demostrada según el Modo de los Geómetras (1677).
104 Dios es sustancia:
para existir, no necesita nada.
EL PROBLEMA: ¿Cómo debe
definirse la noción de sustancia? ¿Cómo debe ser pensado Dios?
LA TESIS: Las primeras ocho
definiciones de la Ética (que se
reproducen a continuación) resumen en un estilo denso y sobrio todo el sistema
ideológico de Spinoza. La indagación
concierne a la sustancia, una de las
palabras clave de toda la entera tradición filosófica. Entender qué es la
sustancia de las cosas significa poder definir de una vez por todas su
verdadero ser, lo que de ellas permanece por debajo de las mutaciones
accidentales y temporales. Aristóteles,
el primero en plantear el problema (y considerado por ello el iniciador de la
metafísica), pensaba en una pluralidad de sustancias: así, habría tantas
sustancias como seres existen; Descartes
defendió la existencia de dos únicas dimensiones de la realidad dignas del
nombre de sustancia: la materia y el espíritu. Las tesis de Spinoza deben leerse en franca y
abierta polémica con Descartes.
Partiendo de la definición clásica del concepto de sustancia como lo que no necesita de ninguna otra cosa para
existir, Spinoza aplica un
vigoroso rigor geométrico y concluye que: 1) Sólo puede existir una sustancia
(monismo); 2) Tal sustancia debe ser forzosamente Dios; 3) La materia y el espíritu
no deben ser considerados sustancias, sino atributos (manifestaciones) de la
sustancia única; 4) La sustancia divina es libre (puesto que únicamente actúa
empujada por la propia necesidad de su naturaleza) y eterna; 5) Siendo única,
tal sustancia no admite nada fuera de sí y debe, por lo tanto, abarcar el mundo
entero. El razonamiento de Spinoza
se resuelve, pues, en una doctrina panteísta (o inmanentista): Dios no puede
separarse del mundo de ningún modo, sino que coincide plenamente con él. Esta conclusión
creó una irreparable fractura entre el filósofo y la tradición judeocristiana,
firme en su concebir a Dios como un ente creador y preexistente al mundo: es
decir, como una persona distinta del
mundo.
- Definiciones.
Esencia y
existencia son los términos del argumento ontológico de san Anselmo.
- I. Como causa
del ser, entiendo aquello cuya esencia implica la existencia: es decir,
aquello cuya naturaleza no puede ser concebida de otro modo que existente.
Definición de
finitud.
- II. Se dice
finita en su género una cosa que puede ser limitada por otra de la misma
naturaleza. Por ejemplo: decimos que un cuerpo es finito porque concebimos
siempre otro mayor. Así, también un pensamiento está limitado por otro
pensamiento. Pero ni un cuerpo puede ser limitado por un pensamiento ni
un pensamiento por un cuerpo.
Sustancia es lo que
existe de por sí.
- III. Por
sustancia entiendo aquello que es en sí y es concebido por sí: es decir,
aquello cuyo concepto no necesita del concepto de otra cosa a partir del
que deba ser formado.
Atributos (espíritu
y cuerpo) y modos son manifestaciones (infinitas) de la sustancia.
- IV. Por
atributo entiendo aquello que el intelecto percibe de la sustancia como
constituyente de su misma esencia.
V. Por modo
entiendo las transformaciones de la sustancia; es decir, aquello que es en otro
y por cuyo medio es también concebido.
Dios es la única
sustancia.
- VI. Por Dios
entiendo el ente absolutamente infinito, esto es, la sustancia que consta
de infinitos atributos, cada uno de los cuales expresa una esencia eterna
e infinita.
Dios es al mismo
tiempo libertad y necesidad.
- VII. Se dice
libre aquella cosa que existe por la única necesidad de su naturaleza y se
determina a actuar por sí sola; es en cambio necesaria, o más bien
coaccionada, aquella que es determinada por otro para existir y operar
según una cierta y determinada razón.
La eternidad de
Dios se deduce de su definición como única sustancia.
- VIII. Por
eternidad entiendo la misma existencia, en cuanto se concibe
necesariamente de la sola definición de la cosa eterna.
ATRIBUTOS
En la terminología de Spinoza, los atributos son aquello que la mente humana puede
percibir de la sustancia, es decir, de
la naturaleza y de Dios, en cuanto constituyentes de su esencia. Siendo el Dios-naturaleza infinito, infinitos deben ser
también sus atributos; pero de todos ellos, la limitación de la psique humana
sólo permite percibir dos: el pensamiento y la extensión. En otros términos: el
pensamiento y la extensión, que el dualismo
cartesiano admitía como sustancias, deben ser calificados como simples
atributos de la única y verdadera sustancia.
PANTEÍSMO
El término fue acuñado en época moderna, pero
designa la doctrina común al mundo griego y profesada después por algunos filósofos heréticos (Bruno,
Spinoza…); según éstos, Dios
coincide con la naturaleza del mundo: la potencia divina es la causalidad que
regula y gobierna la naturaleza. Se trata, en la práctica, de un sinónimo de
inmanentismo.
INMANENTISMO
En términos generales, inmanente es aquello que, siendo parte integrante de la sustancia de una cosa, no puede existir
sin ella. La inmanencia, pues, es la
noción contraria a la trascendencia.
Imaginando a Dios como un ente no distinto del mundo, en el ámbito teológico el
inmanentismo coincide con el panteísmo.
105 Dios es el ser del
que puede afirmarse todo.
EL PROBLEMA: ¿Cómo se puede
definir la naturaleza de Dios?
LA TESIS: De la definición
de Dios como sustancia (aquello que no
necesita de nada más para existir), deriva una serie de consideraciones:
Dios es único, perfecto, autosuficiente y dotado de infinitos atributos que los hombres logran percibir y comprender sólo en parte. Aparentemente,
se trata de afirmaciones poco originales y casi indistinguibles de las de la
tradición teológica cristiana. Spinoza,
sin embargo, atribuye a estas proposiciones significados nuevos e incompatibles
con la doctrina cristiana o hebraica justo por la inicial identificación que
realiza entre las nociones de Dios y de sustancia. En efecto, Dios es la única
sustancia y debe coincidir con el mundo porque, de no ser así, existiría otra
sustancia material, corpórea y diferenciada de Él. Replanteando en términos
nuevos el antiguo panteísmo, Spinoza
defiende que Dios es la naturaleza y la naturaleza es Dios. Y como Dios es
infinito, también debe serlo la naturaleza, a pesar de que a nosotros nos
parezca finita y determinada. El hecho es que nuestra mente consigue entender
sólo dos (el pensamiento y la extensión) de los infinitos atributos del Dios-naturaleza.
(De Tratado breve sobre Dios.)
Dios es aquel de
quien todo puede afirmarse.
- Llamamos Dios
a un ser del que todo puede afirmarse: esto es, un número infinito de
atributos, de los que cada uno, en su especie, es infinitamente perfecto.
Cuatro
proposiciones relativas al concepto de sustancia.
- Para que
nuestro pensamiento sea claramente expresado, propondremos cuatro
proposiciones: 1) No existe una sustancia finita, sino que cada sustancia
debe ser infinitamente perfecta en su género; es decir: en el intelecto
infinito de Dios no puede haber ninguna sustancia más perfecta de la que
ya existe en la naturaleza; 2) No existen dos sustancias iguales; 3) Una
sustancia no puede producir otra sustancia; 4) En el intelecto infinito de
Dios, no hay ninguna sustancia que no exista formalmente en la naturaleza.
La inexistencia de
una sustancia finita deriva de la definición de sustancia: <aquello que no
necesita de otro para existir>.
- Por cuanto
concierne a la primera proposición –esto es, que no hay sustancia finita-,
si alguien quisiera defender lo contrario, nosotros le
preguntaríamos: esta sustancia, ¿Está limitada por sí misma, ha querido
por sí misma ser limitada y no ilimitada? O mejor, ¿Está limitada por su
causa, que o no ha podido o no ha querido darle más?
Es impensable una
sustancia que se limite ella sola; sólo Dios podría limitarla, pero sería un
Dios impotente o celoso.
- La primera
alternativa no es verdadera, porque es imposible que una sustancia haya
querido limitarse a sí misma y, sobre todo, una sustancia que exista por
sí misma. Entonces, yo digo: debe ser limitada por su causa, que
necesariamente es Dios. Ahora bien: si ha sido limitada por causa suya,
ello es debido al hecho de que esta causa no ha podido o no ha querido
darle más. Si no ha podido, esto contradice la potencia de Dios. Si no ha
querido, esto más bien parece indicar celos: lo que es imposible en Dios,
que es todo bondad y plenitud absoluta.
Si la sustancia es
infinita, no es ya posible pensar en una pluralidad de sustancias. La sustancia
es única.
- La segunda
proposición –que no existen dos sustancias iguales- nosotros la
demostramos diciendo que cada sustancia es perfecta en su género, pues si
hubiese dos sustancias iguales, necesariamente la una limitaría a la otra
y, consecuentemente, aquélla no sería, en tal caso, infinita, como ya
antes hemos demostrado.
Dada la inicial
definición de sustancia, si una sustancia produjese otra, ésta debería ser en
todo idéntica a la primera, hasta el punto de coincidir con ella.
- Por cuanto
concierne al tercer punto –esto es, que una sustancia no puede producir
otra sustancia-, si alguien quisiera defender lo contrario, nosotros preguntaríamos: la causa que produciría esta sustancia, ¿Tiene o no los
mismos atributos que la producida? La segunda hipótesis es imposible, pues
nada viene de la nada. Queda, por lo tanto, la primera. Entonces
preguntamos desde el principio: en el atributo, que sería la causa del
producto, ¿La perfección es igual? ¿O bien es menor o mayor que en el
producto? No puede ser menor por las razones ya aducidas. Ni mayor, porque
el otro entonces sería limitado, lo que es contrario a todo lo que ya
hemos demostrado. Por lo tanto, la perfección debería ser igual y, en
consecuencia, las dos sustancias deberían ser iguales, lo que es
claramente contrario a la demostración precedente.
Tanto la hipótesis
cristiana de que el mundo ha sido creado de la nada por Dios como la
neoplatónica de la emanación (véase 51), son impensables.
- Por otra
parte, lo que ha sido creado no ha podido ser creado de la nada, sino que
debe necesariamente haber sido creado de alguna cosa ya existente: pero no
podemos comprender con nuestro intelecto que todo lo creado haya podido
salir de algo, sin que éste algo no haya disminuido mínimamente.
Dios, la Sustancia,
no ha sido causado por nada porque es causa de sí mismo.
- Por último, si
queremos referir a una causa la sustancia que es el principio de las cosas
que nacen de su propiedad, deberemos buscar la causa de esta causa y de
nuevo la causa de esta causa, y así hasta el infinito. De modo que, si al
final es necesario detenerse y reposar en alguna parte, habrá sin duda que
hacerlo en esta sustancia única.
En Dios (la
Sustancia de la realidad entera) no puede haber nada más que cuanto existe en
la naturaleza.
- El cuarto
punto –esto es, que no hay sustancias o atributos en el intelecto infinito
de Dios, más allá de los que formalmente existen en la naturaleza-
nosotros lo demostramos: 1) Con la potencia infinita de Dios, que
hace que en Él no pueda haber causa que lo determine a crear una cosa
antes que otra; 2) Con la simplicidad de su voluntad; 3) Con el argumento
de que Dios no puede omitir hacer todo aquello que es bueno; 4) Con el
argumento de que lo que todavía no es no podrá ser nunca, pues una
sustancia no puede crear otra sustancia.
Dios y naturaleza son la misma cosa.
- De todo esto
se concluye que todo absolutamente se afirma de la naturaleza; en otras
palabras: que la naturaleza está compuesta por infinitos atributos, cada
uno de los cuales es infinitamente perfecto en su género. Lo que responde
plenamente a la definición que se da de Dios.
Se puede objetar
que la coincidencia de Dios con la naturaleza limite a Dios de algún modo.
- A cuanto hemos
dicho hasta ahora –esto es, que nada existe en el intelecto infinito de
Dios que no esté formalmente en la naturaleza-, alguien podría objetar: si
Dios ya lo ha creado todo, ya no podrá crear nada más. Pero que Dios no
pueda crear nada más es algo contrario a su omnipotencia.
Pero Dios es
necesidad y, salvo que se limite su omnipotencia, ya debe haber creado todo lo
creable.
- Por lo tanto:
nosotros admitimos en primer lugar que, efectivamente, Dios no puede
crear nada más. En segundo lugar afirmamos reconocer que si Dios no
pudiese crear todo aquello que es susceptible de ser creado, esto sería
contradictorio con su omnipotencia, pero no admitimos como algo contrario
a su omnipotencia el no poder crear aquello que es en sí mismo
contradictorio: como lo es el decir que lo ha creado todo y que aún podría
crear alguna cosa. Indudablemente, es una perfección mucho mayor en Dios
el haber creado todo lo que está en su infinito intelecto, que no haberlo
creado o no poderlo crear nunca.
De modo similar, no
es blasfemo afirmar que Dios no puede aprender nada, porque esto deriva de su
omnisciencia.
- ¿Por qué, por
otra parte, insistir tanto? ¿No se argumenta de la misma manera la
omnisciencia de Dios? Si Dios lo sabe todo, no puede, pues, saber nada
más; pero que Dios no pueda saber nada más, es algo contrario a su
perfección. Aun si Dios lo tiene todo en su infinito intelecto y, por su
infinita perfección, no puede saber nada más, ¿Por qué no podemos decir
que todo lo que tiene en el intelecto lo ha producido y hecho, de tal
suerte que existe y existirá formalmente en la naturaleza?
Pensar que el mundo
haya sido creado por Dios en el tiempo y en etapas sucesivas, lleva a
insolubles contradicciones.
- Ya que, por lo
tanto, sabemos que todo está en el intelecto infinito de Dios y que no hay
motivo por el que hubiese debido crear una cosa antes o después que otra,
sino que podría haberlo expresado todo en un solo instante, veamos si no
podremos nosotros, a nuestra vez, servirnos contra nuestros adversarios de las mismas armas que usan contra nosotros. De
este modo: si Dios ya no puede crear, sin que nada le quede aún por crear,
nunca podrá crear de hecho lo que puede crear; pero que no pueda crear lo
que puede crear, es contradictorio. Por lo tanto, las razones por las que
hemos afirmado que todos los atributos que existen en la naturaleza son un
único ser y no entes distintos, son las siguientes.
Por debajo de los
infinitos atributos, la naturaleza (Dios) consiste en una única sustancia.
- 1) Ya hemos
descubierto que debe existir un ser infinito y perfecto, por el que no
puede entenderse sino un ser tal que de él deba afirmarse absolutamente
todo. De hecho, un ser que tiene una cierta esencia debe tener atributos,
y cuanta más esencia se le atribuya, más atributos hay que asignarle; y, lógicamente,
si este ser es infinito, debe tener un número infinito de atributos. Y es
precisamente por ello por lo que nosotros lo llamamos ser infinito.
La comunicación
entre los distintos seres de la naturaleza implica su unidad.
- 2) Cada cosa
en la naturaleza tiene una causa, pero la naturaleza en su totalidad no
puede tener una causa. Y puesto que lo que existe sin ser causado es Dios,
Dios y la naturaleza coinciden.
La unidad que vemos
en la naturaleza: de hecho, si hubiese más seres distintos, el uno no podría comunicarse
con el otro.
- 3) Ya hemos
visto que una sustancia no puede producir otra sustancia, y también que si
una sustancia no existe, es imposible que empiece a existir; sin embargo,
en ninguna de las sustancias que sabemos que existen en la naturaleza,
mientras las consideremos sustancias separadas, vemos que haya necesidad
alguna de existencia, de modo que la existencia no pertenece a su esencia
tomada separadamente: de esto debe necesariamente seguirse que la
naturaleza, que no nace de alguna causa –y de la que, sin embargo,
nosotros sabemos bien que existe- debe ser un ente perfecto al que
pertenece la existencia.
No obstante las
posibles objeciones, la extensión es un atributo tanto de la naturaleza como de
Dios.
- De todo cuanto
hemos venido diciendo hasta aquí, resulta evidente que afirmamos que la
extensión debe ser un atributo de Dios, lo que parece incompatible con la
esencia de un ser perfecto. Pues la extensión es divisible, el ser
perfecto se compondría de partes, lo que parece incompatible con Dios, por
ser un ser simple. Además, cuando se divide la extensión, se encuentra en
un estado de pasividad, lo que es igualmente incompatible con la esencia
de Dios, que no es pasivo; y nada puede partir de otro sujeto, desde el
momento en que él mismo es la primera causa eficiente de todas las cosas.
Pensamiento y
extensión son dos atributos de Dios.
- Después de
haber tratado de la esencia de Dios, sólo nos resta una palabra por decir
acerca de sus atributos; esto es, que aquellos que nosotros conocemos
son en número de dos: pensamiento y extensión; pues aquí sólo hablamos de
los atributos que se pueden realmente llamar atributos de Dios y por los
que nosotros lo conocemos en sí mismo, y no como actúa fuera de sí.
Pensamiento y
extensión son las únicas dos manifestaciones de Dios comprensibles a los hombres.
- Todo lo que
los hombres atribuyen todavía a Dios más allá de estos dos
atributos y que es efectivamente propio de él, debe ser o una denominación
extrínseca –por ejemplo: Él existe por sí mismo, es único, eterno,
inmutable, etcétera- o bien operaciones –por ejemplo: Él es causa
predestinante y regulador de todas las cosas-. Lo que en verdad es
totalmente propio de Dios, sin que, sin embargo, se pueda comprender qué
cosa sea Él.
Dios es definible
como naturaleza naturalizante (creadora) y naturaleza naturalizada (creada).
- Debemos
brevemente dividir toda la naturaleza en dos partes: la naturaleza
naturalizante y la naturaleza naturalizada. Por naturaleza naturalizante
entendemos un ser que por sí mismo, sin el auxilio de ninguna otra cosa
(como todas las propiedades o atributos que ya hemos descrito), es
conocido claramente y distintamente. Tal ser es Dios.
NATURALEZA NATURALIZANTE/NATURALEZA NATURALIZADA
Para Spinoza,
la naturaleza naturalizante es Dios (y sus atributos) entendido como causa
inmanente a la materia misma: es decir, aquella interna actividad productiva y
creativa que vivifica el mundo. La naturaleza naturalizada es la misma cosa,
pero no desde el punto de vista de la causa, sino de los efectos. En resumen:
la naturaleza es la única realidad existente; la naturaleza coincide con Dios;
la naturaleza es madre e hija de sí misma.
TOMADO DE ATLAS UNIVERSAL DE FILOSOFÍA - OCEANO