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DEMÓCRITO


h. 460 – 360 a.C.




Conocemos sólo 200 breves fragmentos de sus escritos, pero son suficientes para probar que Demócrito fue uno de los pensadores más versátiles de la historia. De la lista de títulos de sus obras (sesenta, aproximadamente), se deduce que sus intereses comprendían la música, la matemática, la astronomía, la geometría, la geografía, la meteorología, la historia, la lingüística y el arte de la guerra, además de la filosofía. De hecho, es más sencillo indicar las dos únicas disciplinas que desatendió: la política y la religión. La vastedad de este programa de búsqueda impulsó al filósofo a realizar numerosos viajes a Egipto y a Persia, y quizá incluso a Etiopía y a la India. Es seguro que también fue a Atenas, pero también que su visita pasó desapercibida. Aunque Aristóteles y el médico Hipócrates le citaron algunas veces, Platón, su contemporáneo, no lo mencionó ni en una sola ocasión.

Demócrito consiguió conciliar el enciclopedismo de sus intereses con una óptima información, demostrando en todo momento estar al día en el campo científico y ser sensible a las instancias culturales de su tiempo. La propia concepción atomística, el fruto más conocido de su pensamiento, se encuadra en el desafío teórico lanzado por Parménides y Zenón. De hecho, Demócrito elaboró la noción de átomo para resolver las paradojas surgidas de la hipótesis de divisibilidad infinita del espacio: la partícula mínima, el ladrillo indivisible e invisible con el que la realidad está construida. Y una vez afirmado el átomo, era necesario explicar todo el mundo a la luz de la nueva hipótesis. Si los átomos pueden moverse –y parece obligado admitirlo para poder explicar la muerte (separación de átomos), la compactibilidad de los cuerpos (agregación de átomos) y una cantidad heterogénea de otros fenómenos (la percepción visual, las leyes de la mecánica)-, es necesaria la existencia de un espacio libre y vacío de la materia: al ser pleno y total del átomo se contrapone, pues, el no-ser del vacío.

Los pasajes propuestos han sido extraídos de la antología Demócrito: testimonios y fragmentos.  

16 También el alma está compuesta de átomos.

EL PROBLEMA: ¿Es posible subdividir una porción de espacio físico o de cualquier objeto material en partes siempre más pequeñas hasta el infinito? ¿O bien hay un postrer límite?
LA TESIS: Demócrito elaboró la hipótesis atómica tratando de resolver las paradojas planteadas por Zenón (véase 15). Encontró la solución negando que para la materia del mundo físico tuviese validez la misma divisibilidad infinita de los entes matemáticos. Se puede subdividir hasta el infinito un número, pero desmenuzando progresivamente una materia se llega a un mínimo indivisible (e invisible): el átomo (literalmente en griego, sin división). Así, en Demócrito el átomo se convierte en el elemento de partida para una serie de complejas especulaciones: su existencia prevé, antes que nada, el vacío (en el que los átomos pueden moverse); también conlleva la homogeneidad estructural del Universo, formado en todas sus partes por combinaciones diversas de los propios átomos; por último, sugiere la existencia de infinitos mundos.

Sólo existen átomos y vacío.

·Principio de todas las cosas son los átomos y el vacío, y todo el resto es opinión subjetiva.

Los mundos son infinitos.

·Hay infinitos mundos generados y corruptibles; nada viene del no ser, nada puede perecer y disolverse en el no ser.

Un vórtice cósmico selecciona los infinitos átomos según su magnitud, originando así los cuatro elementos.

·Los átomos, infinitos en magnitud y número, se mueven en el universo vagando vertiginosamente, y de ese modo generan todos los compuestos (fuego, agua, aire, tierra).

Todas las cosas son combinaciones de átomos.

·También esos compuestos (fuego, agua, aire, tierra) son uniones y combinaciones de distintos átomos, pero éstos últimos, en cambio, no son ni descomponibles ni alterables, justamente por su solidez.

También el alma y los cuerpos celestes están formados de átomos.

· Incluso el Sol y la Luna están compuestos de tales átomos (lisos y redondos); e igualmente el alma, que forma un todo con el intelecto.

La diversa combinación de átomos explica cada fenómeno.


  •  Todo se produce conforme a necesidad, pues la causa de la formación de todas las cosas es el movimiento vertiginoso que él llama justamente necesidad.
Consiste en la convicción de que todos los fenómenos, ya sean naturales o psíquicos, están vinculados entre sí por conexiones necesarias y dependientes de la ley de causa-efecto, con exclusión de cualquier explicación que introduzca las nociones de azar o causa final. Según el determinismo, si se conoce con exactitud el estado de cualquier proceso en curso, siempre es posible prever con exactitud los resultados futuros. Después de haber sido proclamado por vez primera por Demócrito, el determinismo reapareció con notable fuerza en la denominada revolución científica del s. XVII y con el pensamiento positivista del s. XIX.

17 Sólo existen átomos y vacío.

 EL PROBLEMA: Si las cosas están formadas por una agregación de átomos, ¿Cómo se explica la diversidad entre las cosas?
LA TESIS: Según Demócrito, para responder a la objeción es suficiente ver que con las pocas letras que componen un alfabeto se puede formar, combinándolas, infinitas palabras. Entre los átomos hay sólo diferencias cuantitativas (magnitud, forma geométrica) y la diversidad cualitativa de las cosas (aparente) se explica por el gran número de combinaciones posibles.

Las cualidades sensibles son aparentes.


  •     Opinión es el color, opinión es lo dulce, opinión lo amargo; verdad, los átomos y el vacío, dice Demócrito, y mantiene que todas las cualidades sensibles –que supone relativas a quienes tenemos sensación de ellas- derivan de la distinta agregación de los átomos, pero que por naturaleza no existe, de hecho, ni blanco ni negro ni amarillo ni rojo ni dulce o amargo…
Existen sólo átomos y vacío; las percepciones son también combinaciones de átomos.


  •    Los hombres <y mujeres> creen que el blanco, el negro, lo dulce, lo amargo y el resto de las cualidades semejantes son algo real, cuando en realidad ente y nada son todo lo que existe: no en vano Demócrito también empleaba estos términos, llamando entes a los átomos y nada al vacío.
El átomo no tiene cualidades sensibles, sólo perceptibles en los compuestos.


  •      Los átomos, que son cuerpos pequeñísimos, no poseen cualidades sensibles, y el vacío es un espacio en el que estos corpúsculos se mueven todos arriba y abajo eternamente y trenzándose entre sí o chocando y rebotando, de modo que van disgregándose y agregándose recíprocamente entre sí en compuestos siempre cambiantes; es así como producen todas las otras agregaciones mayores y nuestros cuerpos y sus afecciones y sensaciones.
El átomo no sufre nunca ningún tipo de modificación.


  •     Suponen, además, que los cuerpos primeros son inalterables (algunos atomistas y precisamente seguidores de Epicuro, por creerlos infrangibles por su dureza; otros, los seguidores de Leucipo, los creen indivisibles por su pequeñez) y que ni siquiera pueden sufrir por fuerza externa aquellas modificaciones a las que todos los hombres <y mujeres> (que extraen su ciencia de las sensaciones) los creen sujetos.
El átomo no se ve afectado por el ambiente en que se halla.


  •     Ningún átomo puede calentarse o enfriarse, secarse o humedecerse, volverse blanco o negro o recibir otras cualidades por cualquier modificación.

18 Cómo los hombres <y las mujeres> inventaron el lenguaje.

EL PROBLEMA: ¿Hay correspondencia entre las palabras y las cosas? ¿El lenguaje tiene un origen natural o convencional?
LA TESIS: Contrariamente a la opinión dominante en el mundo antiguo, Demócrito afirma que las palabras son extrañas a las cosas a las que, sin embargo, representan, y de las que son señales puramente convencionales. En efecto, en las diversas lenguas se usan nombres distintos para designar un mismo objeto. En este pasaje se elabora, por primera vez en la historia, la tesis del convencionalismo lingüístico (véase 115): las palabras no tienen en sí, como sonido, ningún significado; sin embargo, son convenciones que adquieren sentido sólo por el uso común de acuerdo con el criterio de la recíproca utilidad. (para una respuesta bien distinta al mismo problema, véase 130).

El temor y la utilidad recíproca han dado origen a la sociedad.


  •      Al llevar una vida sin ley muy similar a la de las fieras, los hombres <y las mujeres> de las generaciones primitivas salían a los pastos desperdigados por aquí los unos y por allá los otros, procurándose la hierba que fuese más agradable de sabor y los frutos que los árboles producían espontáneamente. Eran continuamente agredidos por las fieras, y la utilidad les enseñó a ayudarse mutuamente; así, reunidos en sociedad bajo la presión del temor, comenzaron poco a poco a reconocerse por el aspecto.
La naturaleza de las palabras es puramente convencional.


  •    Y si antes emitían voces privadas de significado e inarticuladas, gradualmente comenzaron a articular las palabras; y estableciendo entre ellos expresiones convencionales para designar cada uno de los objetos, vinieron a crear un modo de significar las cosas conocido por todos.
Dado que el género humano no se ha originado de una sola cepa, no hay ninguna lengua universal.


  •      Pero dado que semejantes reagrupaciones de hombres <y de mujeres> se formaron en todas las regiones habitadas en la tierra, no pudo haber una lengua de igual sonido para todos, pues cada uno de aquellos grupos combinó los vocablos como se le ocurría; de ahí la razón de que sean variadísimos los caracteres de las lenguas y de que aquellos primeros grupos diesen origen a las distintas naciones.
La invención del lenguaje ha favorecido el nacimiento de las técnicas y, por lo tanto, de la civilización entera.


  •      Al no haber encontrado todavía nada de cuanto es útil a la vida, aquellos primeros hombres <y mujeres> vivían dominados por las incomodidades: iban desnudos de todo vestido, no estaban acostumbrados ni a resguardarse en lugar alguno ni a utilizar el fuego y no tenían más alimento que el salvaje… No se proveían de frutos para eventual necesidad y así, durante el invierno, muchos morían a causa del frío y de la falta de alimentos.
Todos los conocimientos han sido aprendidos de la experiencia. La inteligencia reside en las manos y en la mente.


  •     Pero enseñados por la experiencia, no pasó mucho tiempo para que aprendiesen a refugiarse en cavernas durante el invierno y a conservar aquellos frutos aptos para ello. Descubierto el fuego y las otras cosas útiles a la vida, al poco también descubrieron las artes y todos los otros medios que favorecen la vida en sociedad. Así, en general, el mismo uso de cada cosa fue el maestro de los hombres <y mujeres>, haciendo familiar el aprendizaje de cada una de las habilidades a este ser bien dotado y que dispone de eficientes cooperadoras para cualquier ocurrencia: las manos, la razón y la versatilidad de la mente.

19 Cómo la vida nace del vórtice atómico.

EL PROBLEMA: La hipótesis atomística explica la estructura de los cuerpos, pero ¿Puede explicar también su origen? ¿Qué impulsa a los átomos a agregarse para formar compuestos estables?
LA TESIS: Para responder a estas preguntas, Demócrito formuló la teoría de los vórtices, destinada a tener un gran éxito en el ámbito científico: la agregación de los átomos en los cuerpos sólidos y compactos se debe a fenómenos puramente mecánicos, y en particular a la fuerza centrípeta debida al movimiento vortiginoso. Demócrito pretendía destacar sobre todo que el movimiento de la vida depende de procesos automáticos (putrefacción, fermentación) que no requieren de la intervención de ninguna inteligencia divina.

En el caos inicial no había cuerpos diferenciados.


  •      En la primitiva comunión de todas las cosas, el cielo y la tierra tenían un único aspecto, pues sus materias estaban mezcladas.
El diferente peso de los átomos produjo una primera separación.


  •     A continuación, separándose los cuerpos el uno del otro, el mundo fue asumiendo el orden que hoy presenta; el aire recibió un movimiento constante y su parte ígnea se ubicó en las regiones más altas de la atmósfera, pues esa materia tendía a las alturas a causa de su ligereza.
Los cuerpos celestes se han formado como consecuencia de un movimiento vortiginoso.


  •      Por esta razón, el Sol y la multitud de astros cayeron en el vórtice general; en cambio, la parte fangosa y turbia, con mezcla de elementos húmedos, se depositó en un lugar a causa de su peso; y rotando y girando continuamente sobre sí misma, formó el mar a partir del elemento líquido y la tierra, fangosa y del todo blanda, con las partes más sólidas.
El nacimiento de la vida se explica con procesos de putrefacción y fermentación.


  •      Y ésta, al principio, tomó consistencia bajo el ardor del fuego solar; y después se fueron hinchando por doquier las zonas húmedas por causa de las fermentaciones de sus superficies causadas por el calor; y a su alrededor se produjeron putrefacciones envueltas por sutiles membranas (un proceso que todavía puede observarse en pantanos y lugares cenagosos: enfriándose el espacio, el aire se calienta de repente, en lugar de cambiar de temperatura lentamente).
La acción del calor y del frío explica la evolución de los procesos vitales.


  •      Y como quiera que las zonas húmedas producían embriones (por la acción del calor) del modo que ya se ha citado, de noche éstos recibían alimento de la niebla que caía de la atmósfera, mientras que durante el día les bastaba el calor del Sol. En definitiva: a medida que estos hechos iban cumpliendo su crecimiento y sus membranas, ya inútiles, se disecaban y laceraban, salían a la luz las variopintas especies de animales.
Las diferencias entre los animales dependen de la estructura atómica.


  •     Aquellos animales que poseían más calor, se elevaron a las regiones del aire, mudándose en volátiles; los que en cambio poseían una constitución terrena engrosaron las órdenes de los reptiles y de los demás animales terrestres; los que habían adquirido una naturaleza especialmente húmeda, buscaron un elemento conforme a su naturaleza y se denominaron así acuáticos. Llegó un punto en el que la tierra, cada vez más endurecida por la acción del calor solar y del viento, se vio incapaz de producir un solo orden nuevo; en cambio, los seres vivos de toda especie empezaron a multiplicarse gracias a la unión entre los mismos seres.

La convicción de que todos los fenómenos –comprendidos los espirituales y psíquicos- pueden explicarse como resultado final de procesos materiales y mecánicos. Los materialistas niegan la existencia del alma y de toda sustancia espiritual, reconociendo únicamente la existencia de la sustancia corpórea. Aunque el término se acuñó en el s. XVI, coincide con la doctrina de Demócrito: el alma, el pensamiento e incluso los dioses, están compuestos por átomos materiales.


TOMADO DE ATLAS UNIVERSAL DE FILOSOFÍA - OCEANO